Una mañana de primavera, Sol, que ya tenía 2 años, salió al jardín con sus papá y mamá. Le encantaba correr por el césped, oler las flores y escuchar el canto de los pájaros. El sol brillaba alto en el cielo y los árboles estaban llenos de vida.
Mientras corría de un lado a otro, algo llamó la atención de Sol. Cerca de un arbusto, en medio del césped, vio algo pequeño y marrón que no se movía mucho. Sol, muy curioso, se acercó despacio y, al inclinarse, se dio cuenta de que era una pequeña cría de gorrión.
—¡Mira, papá! —exclamó Sol, señalando el pajarito—. ¡Un bebé pájaro!
Papá Lucas y mamá Sofía se acercaron rápidamente. El pequeño gorrión parecía asustado y estaba temblando un poquito, probablemente porque se había caído de su nido, que estaba en lo alto de un árbol cercano.
—Parece que este pequeño se ha caído de su nido —dijo mamá Sofía con voz suave—. Debemos ayudarlo.
Sol, con su carita preocupada, miró al pajarito con ternura.
—¿Podemos llevarlo a casa? —preguntó Sol, con los ojos muy abiertos.
Papá Lucas sonrió y le explicó:
—Lo mejor que podemos hacer por él es intentar devolverlo a su hogar, al nido donde lo cuidan sus papás.
Mamá Sofía buscó con la mirada y, después de un momento, vio el nido en una rama alta del árbol. Con mucho cuidado, papá Lucas tomó una caja suave y forró el interior con una mantita. Luego, colocó al pequeño gorrión dentro de la caja, para que estuviera seguro y cómodo mientras pensaban cómo ayudarlo.
—No te preocupes, Sol —dijo mamá Sofía—. Vamos a encontrar la manera de ayudar a este pequeño a volver con su familia.
Sol observaba cada movimiento, fascinado por la delicadeza con la que papá y mamá cuidaban al pequeño pájaro. Quería ayudar, así que fue a buscar algunas ramitas para que el gorrión tuviera más comodidad en su cajita.
Después de un rato, papá Lucas, con mucho cuidado, subió una pequeña escalera y colocó al gorrión de nuevo en su nido. Desde arriba, el pajarito miró hacia abajo y soltó un leve chirrido, como si estuviera agradecido por haber sido rescatado.
—¡Mira, papá! —gritó Sol—. ¡Está feliz!
Papá Lucas bajó de la escalera y abrazó a Sol.
—Gracias por ayudar al pequeño gorrión, Sol. Hoy has sido un verdadero héroe para él.
Sol, orgulloso de haber ayudado al pajarito, sonrió de oreja a oreja. Mamá Sofía también lo abrazó y le dijo:
—Siempre es bueno ayudar a los animalitos. Ahora, el gorrión podrá crecer fuerte y pronto volará con sus alas.
Esa noche, cuando Sol se fue a dormir, no podía dejar de pensar en el pequeño gorrión y en cómo lo habían ayudado a volver a su hogar. Con una sonrisa en su rostro, Sol cerró los ojos, soñando con el día en que vería al gorrión volar por el cielo.

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